sábado, 16 de noviembre de 2019

COMUNIDAD DE LOS ARCOS (NAVARRA)

La comunidad de Los Arcos, actualmente la forman las Hermanas: Mª Pilar Artazcoz, Nekane Alkain, Nati Josué, Teresa Miguel y Milagros Asensio.


¿En qué año comenzó la comunidad de Los Arcos?
Para responder a esta pregunta, compartimos algunos pequeños textos que tenemos escritos en el cuaderno de esta comunidad. Estamos en Los Arcos desde el 24 de junio de 1979. O sea, hace 40 años. La comunidad comenzó con una misa que fue celebrada en la parroquia y oficiada por cinco sacerdotes: 4 Betharramitas, que vinieron de Hondarribia, y el sacerdote de Tafalla D. Luis Oroz. Seguidamente, tuvo lugar la bendición de la casa por monseñor Cirarda obispo de Pamplona, descubriendo la lápida de la fachada Soeur Marie Madeleine, Superiora General, que acudió para el acto acompañada de Soeur Marcelle, Asistenta General. Asistieron a la familiar fiesta numerosas Hijas de la Cruz españolas y un buen grupo de Hnas. francesas, así como mucha gente del pueblo. El día 13 de septiembre vinieron las dos primeras Hijas de la Cruz que iban a quedarse en Los Arcos: Encarnación Sanz y Encarnación Ronda. Los comienzos no fueron fáciles, todo era nuevo e imprevisto. Reflexionamos y oramos para que la misión de las primeras Hijas de la Cruz, aquí en Los Arcos, fuera descubierta en la escucha y docilidad al Señor bajo la protección de San Andrés Huberto. Poco después, el 28 de octubre, completó el grupo Milagros Asensio, que unos meses antes había terminado la carrera de ATS en Madrid. La presencia de las tres Hermanas en Los Arcos no ha sido vana. La catequesis, la Escuela Nacional, la preparación de la Primera Comunión, el contacto con la gente sencilla, con los niños a través de algunas clases particulares, los enfermos, los ancianos, y este curso el inicio de una escuela de catequistas, -10 jóvenes comprometidas-, es una esperanzadora realidad. El pasado 15 de agosto celebraron por primera vez el día del anciano con gran éxito.

¿Sabéis, un poco, la historia de la comunidad? ¿Qué compromisos tenían las Hermanas en el pueblo, en la parroquia?
“Al principio no todo el pueblo nos acogió bien. Fue un momento político bastante difícil. En el Ayuntamiento hubo gente que votó para que no viniéramos las Hijas de la Cruz. La ayuda de las Hermanas de Fuenmayor fue extraordinaria. Limpiaron toda la casa antes de llegar las Hermanas de la nueva comunidad. Se estableció una inter-comunidad entre Fuenmayor y Los Arcos muy fuerte; a pesar de ser oficialmente dos comunidades diferentes las dos comunidades celebrábamos encuentros con mucha frecuencia. Al principio, Encarna Sanz estuvo yendo a las escuelas a dar catequesis. La casa fue una casa de acogida totalmente abierta de la mañana a la tarde y la gente acudía a rezar a S. Andrés. Después de la clase venían niños a hacer las tareas, comedias, etc., y en vacaciones, hacían dibujo y pintura. Se formó un grupo de niños cantores. Los jóvenes venían a realizar todo tipo de tareas. También se acogió a los inmigrantes, que ya empezaban a venir, y se les dio clase para que aprendieran a leer y a escribir. Una casa verdaderamente abierta, también, a los familiares de las Hermanas. Muchos padres de Hermanas solían pasar el verano, ya que se encontraban como en casa. Milagros atendió como practicante a 4 pueblos: Torres del río, Argota, Armañanzas y El Busto, sustituyendo al titular enfermo. Después, cogió la plaza del practicante en propiedad cuando éste se jubiló. Hacía de enfermera, de asistenta social, de cura y de todo. Cuando Blanca llegó, se centró mucho como podóloga. Es un medio de evangelización y de dejarnos evangelizar por estas gentes sencillas y buenas. La acogida de varias Hermanas y otras personas, sobre todo familiares de Hermanas, ha supuesto igualmente una atención personal humana.” La comunidad se va construyendo, poco a poco, con el esfuerzo y la aportación de cada una. El Proyecto Comunitario que han elaborado y que intentan vivir pone el acento en la relación con el Señor, el interés por mejorar las relaciones personales en la comunidad y la misión como testimonio y apostolado.

Actualmente, ¿qué hacéis?
“En este momento visitamos a los enfermos, acogemos a los peregrinos, participamos en la liturgia de la parroquia y en la catequesis. En Cuaresma un grupo de personas subimos diariamente al Calvario rezando el Viacrucis como lo hacía, en su momento, nuestro San Andrés. También colaboramos en la celebración de la Palabra y en llevar la comunión a los ancianos. Algunas personas acuden a nosotras cuando tienen que salir de casa para hacer alguna gestión y no tienen con quién dejar a un enfermo. Se ven muy contentos por nuestra ayuda y nosotras también les ayudamos encantadas. La Hna. Teresa realiza tareas de voluntariado en la residencia: manualidades, salidas con los abuelos y organiza lo que tienen que atender las demás voluntarias. Hay una presidenta y una trabajadora social, pero cuando ellas están ocupadas y alguna persona voluntaria no va a poder realizar su compromiso, recurren a ella para la organización.” Así pues, la misión fundamental de las Hijas de la Cruz en Los Arcos ha sido la residencia y la parroquia (catequesis, la comunión, los ancianos, los peregrinos…).

¿Cómo veis hoy en día la misión y el futuro? 
 “Pensamos que será una de las últimas comunidades que se cierren. Es extraordinaria la acogida de la gente que nos conoce. Sentimos que nos quieren. Queremos vivir en cada momento lo que Dios quiera siendo presencia de fe, esperanza y amor. Cuando llegue el momento en que no podamos salir, deseamos vivirlo desde la oración y la alegría con paz y esperanza. ¿Cuál será el futuro? Nunca se sabe. Puede ser que en el futuro vivamos en una comunidad con los miembros de la Familia Hijas de la Cruz, con gente laica… Lo que Dios quiera. Sentimos que no nos siguen, no hay contacto con nosotras para participar de la fe. La juventud, nada. Dios tiene sus caminos... Una de las cosas que más me llena de lo que hago aquí -expresa la Hna. Milagros-, es participar compartiendo la Palabra en el Grupo de la Palabra. Mari Carmen, a la que habéis entrevistado, nos invitó para hacer el grupo de oración. Me pareció que no podía negarme y tenía que ir. Y con eso me quedo de todo aquello en lo que he participado en el pueblo. Poder comentar el Evangelio y constatar cómo el Evangelio me ayuda a vivir desde la fe: escuchar la Palabra, compartir la Palabra, orar desde ella…”


(Entrevistan Bixen Bergara y la Hna. Amaia Muñoz)

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