viernes, 27 de marzo de 2020

MOMENTOS PARA LA MEDITACIÓN

En estos tiempos de silencio e incertidumbre, El nos llama a la oración y meditación. Miramos desde nuestras ventanas y lo que se aprecia es el silencio, un silencio que antes no había, un silencio nuevo, un silencio exageradamente callado. Algo nos quiere decir.

Son momentos difíciles, complicados. Como muestra la imagen, la tónica habitual son las puertas cerradas. La actividad comercial se ha parado. Es lo que se nos pide, que nos quedemos en casa. De toda situación nueva se aprende y de esta también vamos a aprender. Es como una parada en el camino, un avituallamiento, para seguir adelante.

Nos llega información de todos los lados, estamos saturados, medios de comunicación, internet, whatsapp, videos, audios... Cuidado, no todo es real, no todos informan. Debemos estar bien informados, eso implica usar correctamente los medios.



¡Mucho animo a tod@s!

“A veces, los caminos más pintorescos de la vida son desvíos que no querías tomar.”

NOS VAMOS INTEGRANDO


Es la respuesta que me brota cuando alguien me pregunta: “¿Qué tal por Los Yébenes?”. Sí, desde que el 13 de junio llegamos a nuestro nuevo domicilio en Madrid, hemos ido dando pequeños pasos de integración: conocimiento de los nuevos vecinos, de los PP. Trinitarios que están al cargo de la Parroquia, de las personas que asisten al culto, de los medios de locomoción, de las tiendas donde nos conviene hacer la compra, etc. 
Veníamos de la calle Maqueda, donde las Hijas de la Cruz hemos residido durante más de 30 años, a lo largo de los cuales la comunidad ha ido cambiando su fisonomía, lógicamente, y desde el día 4 de octubre de 2018 una nueva comunidad de cuatro Hermanas quedó establecida. 

El piso de Maqueda resultaba excesivamente pequeño y las superioras decidieron que nos mudásemos a Los Yébenes. Las obras se prolongaron en el tiempo considerablemente y nuestras ganas de trasladarnos aumentaban de día en día. ¡Por fin lo logramos! El verano estaba al caer y el calor arreciaba así que, decidimos pasar unos días de vacaciones en el piso que la congregación heredó en Castro Urdiales. El descanso relajante a la orilla del mar nos permitió cargar las pilas para afrontar la nueva etapa rumbo a “lo desconocido”. 

El curso comenzó y con él la vorágine de reuniones, cursos (Biblia, Doctrina Social de la Iglesia), visitas, atención a nuestros migrantes africanos repartidos en tres pisos cedidos por la congregación (razón de ser de nuestra comunidad), retomar la misión con la que cada cual estaba comprometida, ya que la parroquia San Juan Bautista de la Concepción (PP.Trinitarios) está muy bien organizada, dispone de voluntariado joven, ya que tienen colegio, y apenas precisa nuestra colaboración, por lo que cada una de nosotras seguimos con los compromisos adquiridos con las dos parroquias anteriores (Sto. Domingo de Guzmán, donde Sor Mª Jesús imparte la catequesis; Jesús y María, donde Sor Maite realiza la acogida de Cáritas y donde Sor Mª Ángeles y Sor Maribel visitan y llevan la comunión a ancianos solos y enfermos. Mª Ángeles participa también de la Pastoral de la Salud de la nueva parroquia). No obstante, se nos ha invitado a participar en el Consejo Pastoral parroquial, a lo que hemos respondido afirmativamente (Maribel participa), y alguna de nosotras formará parte de la Mesa de Vida Consagrada (Mª Ángeles), para atender a ancianos que viven solos, También colaboramos en el Plan Diocesano Misionero. Así pues, los viernes nos reunimos un grupo de personas mayores con el Párroco, el Trinitario P. Domingo Conesa, y compartimos en un ambiente sencillo y participativo.

Hemos tenido ocasión de acudir a la concentración convocada por la asociación pacifista Acción no Violenta, para pedir el cierre del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Madrid, -auténtica vergüenza para una sociedad que pretende defender unos valores-, donde los seres humanos son injustamente retenidos y con frecuencia maltratados simplemente por ser considerados ilegales. Los detenidos nos vieron y comenzaron a gritar: “¡Libertad!”. Para que no fuesen represaliados debido a su alboroto, nos vimos obligados a colocarnos en una esquina del edificio donde ellos no nos viesen. Nuestro slogan, plasmado en los carteles que portábamos en pecho y espalda era: NINGUNA PERSONA ES ILEGAL. CIERRE. Alternábamos marcha silenciosa con quietud al borde de la carretera junto al edificio del CIE. Son pequeñas aportaciones cargadas de significado. También hemos participado en la concentración de ORACIÓN-DENUNCIA que la Iglesia más comprometida de Madrid, junto con otras instituciones, ha realizado en la estación del Metro de Aluche en favor de los represaliados del CIE. Existe en Internet amplia información sobre estos temas.


Desde el mes de abril en que recibimos la invitación de las Hermanas de Nuestra Sra. de la Compasión para reunirnos en su residencia de Villaverde, no habíamos encontrado el momento propicio. Por fin, en diciembre acudimos las cuatro Hnas. que formamos la nueva comunidad de Los Yébenes y disfrutamos de la agradable acogida de una numerosa comunidad de Hermanas mayores (la más anciana cuenta con 95 años muy bien llevados). Sencillos pasos de ALIANZA que nos aproximan a ambas congregaciones, en base a posibles cooperaciones, desde la similitud de nuestros respectivos carismas.

Tener la ocasión de visitar a personas que tanto han ayudado a nuestra congregación de Hijas de la Cruz, como son los Sacramentinos Periko Núñez y Jesús Odriozola, así como la señorita Pepita d´Anjou, nos llena de alegría y satisfacción.

Las oportunidades de formación que nos ofrece la diócesis contribuyen a nuestro crecimiento personal, pues, como bien sabemos todos, sin una formación permanente las personas nos empobrecemos irremediablemente y poco tenemos que ofrecer a nuestros hermanos. Resulta muy estimulante comprobar el interés de las personas que participan en estos cursos y la excelente preparación y calidad humana de las personas que los imparten.

Nuestra vida transcurre muy acorde con nuestras edades. Queremos vivir los años que Dios nos conceda como verdaderas jubiladas, es decir, jubilosamente, donando nuestro tiempo a  quienes necesitan nuestra humilde aportación solidaria, hecha de escucha, apoyo, aliento…  Nuestra casa está abierta para quien tenga necesidad de nuestra ayuda. Si, con la gracia de Dios, conseguimos dar testimonio del Evangelio de Jesús a través de nuestra sencilla vida de Hermanas, abiertas a quienes nos necesiten, nos daremos por satisfechas.