miércoles, 2 de septiembre de 2020

DE LA MANO DEL CILS UN CAMINO DE FUTURO

Escribe: Javier Lizarraga

Fotografía: Bixen Vergara

Qué rápido pasa el tiempo, hoy más que nunca, que siempre andamos metidos en mil cosas y muchas veces no nos paramos a reflexionar ni a ponernos un poco más cerca de Dios y de los hermanos.

Llevamos un Camino ya andado en la Fraternidad Molante, pero en estos últimos años con un objetivo si cabe más claro, la búsqueda entre todos de un ideal de vida, de un cuaderno de vida, donde los laicos formemos parte de la gran Familia Hijas de la Cruz, y por eso el CILS, nos ha ido motivando en estos últimos tiempos a que vayamos plasmando por escrito nuestro sentir, nuestro hacer, nuestro papel dentro de la Familia, y hemos reflexionado juntos, las Hermanas en su Comunidades, los colegios, los laicos y no solo aquí en España, sino en todos los sitios donde hay presencia de nuestra familia.

Es por ello que queremos compartir para este nuevo número del Boletín, la experiencia de la Fraternidad Molante en torno a este último año donde hemos reflexionado y orado a través de nuestros encuentros de fin de semana.

Allá por el mes de octubre nuestra primera reflexión fue en torno a “La misión de Jesús” y una reflexión sobre Espíritu y Vida. En este encuentro, bajo los 10 puntos que nos compartió con nosotros Mikel Iraundegi, Diácono Permanente de la Diócesis de San Sebastián, pudimos reflexionar cómo estamos llamados a ser ejemplo y fijarnos en el Maestro y su Misión. De una manera muy acertada, Ana Rodríguez, Hija de la Cruz, compartió desde Espíritu y Vida cómo estamos llamados a la misión también, sin olvidar el Evangelio, desde nuestro Carisma de Familia, donde encajar perfectamente el enseñar y curar y hacer todo tipo de buenas obras.

Con el buen sabor de boca y con los dulces navideños nos pusimos en marcha en nuestro segundo encuentro en Navidad, aquí la dinámica fue un poco distinta a la habitual, realizamos por la mañana un desierto para ir profundizando en el segundo tema: la experiencia de la fe hasta el martirio. Por la tarde reflexionamos sobre un documento que nos iluminó acerca de la vida de Sor María Laura. Podemos decir qué desde el sufrimiento, desde la persecución, desde el día a día en que muchas veces no puedes hablar de tu fe, ni de tu testimonio como cristiano, recibimos la fuerza que necesitamos para no perder el rumbo en la misión como cristianos, haciendo valer nuestro bautismo y con el ejemplo de tantos mártires nos hizo más fuertes en el vínculo del amor, en el amor extremo, que algunos cristianos les ha llevado a dar la vida por El.

Como las fechas apremiaban el tercer encuentro lo tuvimos en torno al mes de febrero, donde después de los dos anteriores aterrizábamos en la Misión propia de cada uno, donde estamos llamados, a testimoniar nuestra fe en nuestras vidas y en la sociedad. En este encuentro nos ayudó a entender más nuestra vida y nuestro cristianismo Maite Heredia, Hija de la Cruz, que bajo sus exposiciones sencillas, dialogadas fuimos formulando nuestro sentir y qué hacer como cristianos sumidos en un mundo necesitado de tantas cosas.

Cabe señalar que durante este curso, de manera paralela a nuestros encuentros hemos ido reflexionando de manera personal otro cuestionario que desde el CILS nos enviaron en torno a dos preguntas importantes que pueden ir identificando en ese cuaderno de vida, o en ese estilo de vida laical en torno a la familia de las Hijas de la Cruz. Las preguntas eran: ¿Cómo querrías pertenecer a la familia Hijas de la Cruz? Y ¿qué necesitarías para vivir esta pertenencia? Y ¿qué te ayudaría a vivirla?

Preguntas con mucho sentido y de gran esperanza y que con la ilusión que nos caracteriza las fuimos reflexionando, orando y desde el corazón las contestamos.

Damos gracias a Dios por la experiencia de nuestros encuentros, la vivencia de familia que siempre experimentamos en Egiluze, el cariño de encontrarnos y ver a las Hermanas y el compartir la experiencia vivida de Dios que se hace presente en cada momento de los encuentros bajo la atenta mirada y la advocación de San Andrés Huberto y Santa Juana Isabel.

Un abrazo Fraterno.




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